Shubert, "La Muerte y la doncella" y Mahler, "5ª Sinfonía, el Adagietto"


Hola a todos, yo escucho con frecuencia esta música de la 5ª Sinfonía de Mahler que fue la que eligió Luchino Visconti para "la Muerte en Venecia". Creo que el Adagietto expresa mejor que ningún texto escrito lo que es la soledad, en este caso la del personaje interpretado magistralmente por Dirk Bogarde, el músico Gustav von Aschenbach que, en alguna medida está inspirado en Gustav Mahler. Y os la recomiendo porque pienso que esta música nos demuestra a qué hemos venido a este mundo absurdo y sin sentido. No hemos venido a ser felices por obligación porque eso está en manos del azar, hemos venido a descubrir el amor como una revelación, a veces eterna y a veces pasajera, pero siempre lo más maravilloso que nos trae la vida.

Otras veces me refugio en Shubert y escucho "La Muerte y la doncella", ese obsesivo cuarteto de cuerda que parece encerrar una energía indescifrable pues se acerca la Muerte y su llamada no es un simple adiós a la vida. La Dama Negra viene y el tiempo se cierra, es cierto, todo se para, no hay palabras. En verdad sobran las palabras, pero esta música nos entrena para cuando regresemos a la madre tierra y se nos plantee el problema de la realidad de otra manera, seguiremos siendo realidad porque nuestras moléculas o nuestros atómos no desaparecerán, pero careceremos del conocimiento de ellas.
¡Qué putada¡ ¿No?

Bueno, no debe ponernos nerviosos el No-Seré como nunca nos puso nerviosos el No-Fuí, que el tiempo mide a su manera. Nos desprendemos de las cosas olvidándolas y la Muerte es el gran olvido, la ignorancia suprema, aunque nuestra realidad seguirá ahí formando parte del universo.

Y como la sinceridad no es la mejor definición de mi carácter, prefiero recordarme de niño y dejar a un lado las pesadillas. Prefiero un poco de música, un poco de poesía, no aspirar a grandes cosas. Al final lo único que nos queda a todos es la resignación.


----------------------------------------------------------------

Relatos mínimos

                                                             REVELACIÓN

Cuando tenía trece años en el centro de mi corazón habitaba un amor que en mi mente bullía. Diamante tú, más blanca que las flores blancas, más pura que la luz cuando se desprende de la noche. Si te miro eres un sueño, agua pura si me acerco y logro tocar tu mano. Nunca me dejes, mírame, te necesito como el meticuloso mar necesita de la playa, ¿no ves que vivo por ti y cada célula de mi cuerpo lleva impresa la gracia de tu gesto?

Os cuento en qué consistió esto que llamo revelación para que nadie dude que en mí había un sentimiento poderoso, algo que lograba hacer de cada mañana un rincón del universo. Sin ti los árboles perderían sus flores aunque fuese primavera, le decía, tu sonrisa vuelve al mundo transparente y cantan los pájaros sólo porque tú existes. Ella siempre miraba al suelo y nunca respondía. En tus labios encontraré la paz, tus pechos contienen mis ansias, alegras mi corazón que es tu mismo corazón, los dos latiendo juntos. ¿Por qué no me miras?

Aquel silencio creaba en mí una angustia. Repicarán las campanas del cielo para ti pues tu amor apaga mi tristeza, por ti todo será claro y quieto el día que me mires y digas que me amas y habrá un milagro en el cielo cuando me beses, extraña amiga, porque vivo enamorado y tú eres mi esperanza.

¡Oh, si la vida dormida continuase así siempre¡ Me estremezco al recordarla, al verla tan cerca ahora que viene a buscarme con la fuerza de un río que se despeña y la que respiraba inocente se agita como un toro.

En este instante ella abre mis párpados a la rosa para que no me niegue a saber, endurece sus silencios pues tiene la llave de la luna y las noches le pertenecen. Por eso aquí, cuando más le imploro diciendo que no quiero saber, me mira fijamente a los ojos y sonríe. Calientes fueron nuestros sueños, mi amigo, susurra en mi oído, ¿te acuerdas? Soy yo y entonces hasta la luz parecía perfecta y el paisaje íntimo hizo que me enamorase de ti y también te amara. Pero, ya ves, el amor nunca pasa de ser una promesa que el viento arrastra, no existen los milagros para aquel joven de trece años, el niño guapo que a mi lado se levantaba y cantaba pidiéndome un beso.

Tu sonrisa era el paraíso, Guillermo, lo juro.

 Me oyes todavía, ¿verdad? Sé que puedes oirme entres estos malditos tubos. A pesar del terror que veo en tus ojos he venido para decirte que te amo y no  me canso de mirarte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Volveré